Este ensayo fue un trabajo presentado para la clase de Teorías de la Personalidad impartida por el Dr. Guillermo DeLahanty Matuk, en el 3er semestre de la carrera de Psicología en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Introducción
En este presente trabajo, se abordarán conceptos que
nos ayudarán a entender aspectos por los cuales una persona puede relacionarse
socialmente, conceptos que están relacionados con su personalidad y en todo
caso, el desarrollo de su identidad. Tomaremos como base, teorías de la
personalidad desarrolladas por autores vistos en clase. Para abordarlo, la
relación social consiste en la realidad inmaterial (espacio-tiempo) de lo
interhumano, aquello que está en los sujetos agentes, constituye su orientar y
obrar recíproco, distinguiéndose de lo que está en sus actores considerados
como polos o términos de la relación. Esta “realidad entre” hecha de elementos
objetivos y subjetivos define tanto al distancia como la integración de los
individuos respecto a la sociedad, de ella depende en qué forma medida y
cualidad el individuo puede distanciarse o implicarse respecto a otros sujetos,
a las instituciones y las dinámicas de la vida social en general. Para observar
esta “realidad entre” con sus componentes han sido necesarias muchas
distinciones y desarrollos de pensamiento que se han ido produciendo de forma
gradual a lo largo de la historia. La relación social, si bien es un campo de
estudio con un enfoque mucho más sociológico, tiene repercusión también en el
ámbito del estudio propio de la psique. Más específicamente, pretendo hacer un
enfoque psicoanalítico de la relación social, desde dos vertientes opuestas:
las teorías de Freud y Adler.
La relación social
Las obras de Freud tienen un interés particular en
el ámbito de las relaciones sociales, a pesar de que se le desvalorice
acusándolo de tener una noción de reduccionismo en lo biológico y psicológico,
pero Freud en realidad establece un fuerte vínculo ente las nociones de lo
físico, lo psicológico y lo social. De
hecho, Freud, afirma que lo psíquico tiene un doble origen: lo físico, y lo
social. En el extremo físico están las pulsiones, la energía sin destino ni objeto prefijados que busca
satisfacción mediante la descarga de la
tención que producen. La cultura va constituyendo el destino y objeto de
descarga de éstas pulsiones, así como las normas que limitan la descarga de las
mismas. Este proceso es el resultado de las transacciones realizadas por el Yo
frente a los deseos del Ello y las restricciones del Superyó. (Izquierdo, 1996) Para esto, Freud afirma que las relaciones del individuo
con sus padres y hermanos, con la persona de objeto de su amor y con el médico,
todas aquellas que hasta ahora han sido objeto de la investigación
psicoanalítica, pueden aspirar a ser consideradas como fenómenos sociales,
situándose en oposición a ciertos procesos denominados narcisistas, en los que
la satisfacción de los instintos elude la influencia de otras personas o bien
prescinde de éstas en absoluto. (Freud,
1921) Así, tenemos que un factor importante en el desarrollo de la relación
social del individuo es prescindir del comportamiento narcisista. Sin embargo,
afirma que el impulso social no es primario, estas relaciones se dan bajo la
influencia de una única persona o un pequeño número de éstas sobre el
individuo, quien ha dado gran importancia a éstas personas. Lo importante aquí
es esa influencia de las personas que le unen en ciertos lazos, pero que fuera
de esto, pueden serle completamente ajenas desde otros puntos de vista. A pesar
de que puede parecer que el pertenecer a un grupo social por determinada razón
tenga que ver con instinto especial, este instinto no es latente en otras situaciones. Por sí sólo
en el alma humana, no despierta un instinto irreductible, su formación más bien
se da en círculos más limitados, como la familia. Perteneciente a una masa o
multitud, el individuo adquiere ciertos caracteres que son el lazo que une a
las partes de un todo, el fundir en una unidad la masa. Estos caracteres, en
comparación con los que podrían estructurar a una persona aislada, tienen la
posibilidad de suprimir las adquisiciones individuales de cada uno de los
miembros, dice Freud (1921) “Lo inconsciente social surge en primer término, y
lo heterogéneo se funde en lo homogéneo. Diremos, pues, que la superestructura
psíquica, tan diversamente desarrollada en cada individuo, queda destruida,
apareciendo desnuda la uniforma base inconsciente, común a todos. De este modo,
se formaría un carácter medio de los individuos constituidos en una multitud. (…) El individuo que entra a formar
parte de una multitud se sitúa en condiciones que le permiten suprimir las
represiones de sus tendencias inconscientes”
El pertenecer a un grupo social hace que un individuo adquiera
caracteres nuevos que no son más que exteriorizaciones del inconsciente
individual, y la desaparición de un sentido de responsabilidad habla acerca de
una pérdida de la angustia social. Dentro de un grupo social existe también un contagio
social, los sentimientos actitudes son a tal punto contagiosos de modo que un
individuo puede sacrificar su interés personal por el colectivo, actitud
contraria a la naturaleza y que sólo se da dentro estando de una multitud. Esta
actitud de contagio es efecto de la sugestibilidad, factor donde la actitud
consciente del individuo desaparece, quedan abolidas ciertas facultades y
pueden ser llevadas a un extremo grado de exaltación. Vemos entonces que otro
factor importante en el desarrollo de una relación social, especialmente en una
multitud o grupo, es la formación de un carácter donde se adquieren actitudes que desintegran las represiones del
inconsciente, dando paso a actitudes que pueden llegar a compararse con un
estado de hipnosis.
Alfred Adler, discípulo y por un tiempo asociado de
Freud, le da mucha más importancia a la relación social del individuo, pues sus
postulados dentro de su teoría de psicología individual concibe que el interés
social es piedra angular de la motivación humana. Según su teoría, las personas
nacen con cuerpos débiles, inferiores, una condición que provoca inferioridad y
dependencia. Por ello, el sentimiento de unidad con los demás es intrínseco a
las personas y una condición primordial de la salud psicológica. En su teoría,
desarrolla una noción teleológica, la cual concibe la existencia de objetivos
en la vida psíquica. Contrario a la noción de Freud, la necesidad de afecto del
niño se dirige a las otras personas, y la satisfacción depende de entonces del
interés social. La necesidad afectiva se convierte entonces en clave de la
educación y la cultura, el impulso del niño se debe satisfacer con provecho
para la integración del niño en la sociedad humana. Para Adler entonces, la
motivación humana está determinada por la relación social. La psicología
individual de Adler concibe el término no como la psicología de un solo
individuo, sino más bien de la relación de los individuos. Para la psicología
individual, en base de la neurosis está el sentimiento de inferioridad, sobre
compensado con el afán de superioridad o de notoriedad. Los sentimientos de
inferioridad pueden ir acompañados con una minusvalía de órganos, tal y como
las primeras teorías de Adler postulaban, pero esta idea fue desechada después,
de modo que no es una condición necesaria ni suficiente. Adler opina que persona con disposición neurótica posee
hipersensibilidad percibir denigraciones reales o imaginarias, y a partir de
esta inferioridad nace una distorsión de la vida emocional, y el neurótico ya
no es capaz de relacionarse con los demás de manera natural y en modo de
compensación, el individuo trata de alcanzar triunfos vacios engreídos o
vanidosos, desembocando en avaricia, rencor, crueldad, etc. En este ámbito,
podemos concebir que un factor determinante de las relaciones sociales es la
tendencia a la disposición neurótica, y una mala compensación del sentimiento
de inferioridad puede llevar a la neurosis y los comportamientos que
generalmente dificultan estas relaciones. Para cuando la teoría de Adler estuvo
en un punto más elaborado, dejó atrás todas las nociones de pulsiones y
relaciones dinámicas del organismo para dar paso a una visión social del
individuo, dando a entender que el ser humano no se puede entender por sí
mismo, solamente en conjunto de sus relaciones con los demás y teniendo en
mente en qué posición psicológica se encuentra dentro de la noción de
inferioridad y cómo se da su respectiva compensación. El individuo sólo puede
contemplarse en conjunto de una unidad mayor, la sociedad y la comunidad
humana. Por decir que sólo e relación con los demás, el individuo se convierte
en persona, y para entender lo que pasa con una persona, hay que entender las
relaciones que tiene con otros. De este modo la conducta no se concibe como
algo intrapsíquico si no como un aspecto de la vida de esta persona respecto a
otras. Y en la concepción de Adler, la comunidad constituye un marcó ético para
que el acto humano pueda valorarse. La comunidad establece normas en las que le
individuo se basa, pero es el conjunto de individuos quienes forman y revisan
este marco normativo.
Conclusión.
Dentro de ambas teorías encontramos un importante
punto en común: la influencia de otras personas en el individuo determinan de
manera total (según Adler) o parcial (según Freud) la personalidad de éste.
Para Freud, las relaciones sociales no conciben una necesidad primaria, si no
que de hecho atentan contra la naturaleza del individuo al crear un carácter
que corrompe todas las resistencias del inconsciente. Para Adler en cambio, la
relación social es, más que un instinto primario, el determinante principal por
el cual una persona compensará de manera buena o mala su sentimiento de
inferioridad. El desarrollo de las relaciones sociales, en mi humilde opinión,
es un serie de procesos determinantes y determinados, para y por la
personalidad de un individuo, pues nunca existe la total y completa exclusión
del ámbito social.
Bibliografía:
Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis
del Yo. Obras completas. T. IX. Santiago Rueda. Buenos Aires. Recuperado de:
http://so000260.ferozo.com/pdf/freud_masas.pdf
Herrera, M. (2000) LA RELACIÓN SOCIAL COMO CATEGORÍA
DE LAS CIENCIAS SOCIALES. Revista Española de Investigaciones Sociológicas,
núm. 90, pp. 37-77. España.
Izquierdo, M. (1996) El vinculo social: una lectura
sociológica de Freud. Papers, 50. pp.165-207. España.
Oberst, U. (2004) LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL DE ALFRED
ADLER Y LA PSICOSÍNTESIS DE OLIVÉR BRACHFELD. Revista de Neuro-Psiquiatría, 67-
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