Me nació recopilar trabajos que he realizado y que considero útiles, tanto para no perderlos como por si a alguien más pueden ayudarle.

martes, 3 de julio de 2018

Análisis “El Juego” de J. Delval.


El juego es una actividad de difícil clasificación y caracterización, pues existe en muchas modalidades, lo que es evidente es que en todas las actividades de juego, quienes lo realizan encuentran placer en ejecutarlas y le dan continuidad dada la satisfacción que produce. La psicología actual atribuye una gran importancia al juego en el desarrollo del niño y resulta ser necesario para un crecimiento sano. Las explicaciones del origen del juego subrayan los aspectos que lo caracterizan, y se pueden dividir en cuatro teorías: del exceso de energía donde el juego es el ejercicio artificial de energías que a falta de su ejercicio natural, llegan a estar tan dispuestas a gastarse que se consuelan con acciones simultadas; de la relajación donde los individuos usan el juego  como actividad de relajación para recuperarse de otras actividades que producen fatiga; de la recapitulación;  donde el juego representa el desarrollo de la historia de la especie humana y el niño realizaría actividades que nuestros antepasados hacían hace mucho tiempo; y del preejercicio, la más aceptada y que sostiene que el juego consiste en un ejercicio preparatorio para el desarrollo de las funciones necesarias para los adultos, siendo una actividad necesaria para la maduración psicofisiológica y es un fenómeno ligado al crecimiento; la finalidad del juego está entonces en sí mismo, en la realización de una actividad que produce placer. Piaget señala algunas características fundamentales del juego: es una actividad desinteresada, tiene una espontaneidad en oposición al trabajo,  es una actividad que proporciona placer de utilidad, carece de la estructura organizada del pensamiento serio, y es una actividad sobremotivada. En el juego predomina la asimilación sobre la acomodación; se incorpora una realidad a los esquemas pero no se preocupa de adaptarse a esa realidad. La realidad se somete a las necesidades del yo y no viceversa, pero aún así se aprenden características de la realidad. Para Bruner, el juego es un modo de aprender de las consecuencias de las acciones en una situación menos arriesgada, se puede hacer cualquier cosa sin perseguir un objetivo y sin experimentar ninguna frustración. Los animales también presentan periodos de juego, esto con la finalidad de adaptación, ya que se adquieren conductas importantes para la supervivencia. La diferencia radica en que los humanos no dejan de jugar a cierta edad y, además, juegan con otras especies animales. Piaget diferencia tres tipos de juego conforme van apareciendo: juego de ejercicio, que consiste en realizar actividades que el niño ha logrado en otros contextos con fines más adaptativos, pero realizándolas por puro placer; ligado a la parición de la función semióntica el niño comienza a realizar actividades en las que utiliza símbolos, como si estuviera realizando actividades, es el juego simbólico; los juegos de reglas que son exclusivamente sociales, caracterizados porque están definidos por reglas y los juegos de construcción, que participan en el simbolismo lúdico pero también sirven para la realización de adaptaciones o de creaciones inteligentes.

Bibliografía
Delval, J. (1999) El desarrollo Humano. Madrid: Ed. Siglo XXI.


lunes, 14 de mayo de 2018

Ensayo: Factores determinantes en el desarrollo de las relaciones sociales (Sigmund Freud y Alfred Adler)

Este ensayo fue un trabajo presentado para la clase de Teorías de la Personalidad impartida por el Dr. Guillermo DeLahanty Matuk, en el 3er semestre de la carrera de Psicología en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

Introducción
En este presente trabajo, se abordarán conceptos que nos ayudarán a entender aspectos por los cuales una persona puede relacionarse socialmente, conceptos que están relacionados con su personalidad y en todo caso, el desarrollo de su identidad. Tomaremos como base, teorías de la personalidad desarrolladas por autores vistos en clase. Para abordarlo, la relación social consiste en la realidad inmaterial (espacio-tiempo) de lo interhumano, aquello que está en los sujetos agentes, constituye su orientar y obrar recíproco, distinguiéndose de lo que está en sus actores considerados como polos o términos de la relación. Esta “realidad entre” hecha de elementos objetivos y subjetivos define tanto al distancia como la integración de los individuos respecto a la sociedad, de ella depende en qué forma medida y cualidad el individuo puede distanciarse o implicarse respecto a otros sujetos, a las instituciones y las dinámicas de la vida social en general. Para observar esta “realidad entre” con sus componentes han sido necesarias muchas distinciones y desarrollos de pensamiento que se han ido produciendo de forma gradual a lo largo de la historia. La relación social, si bien es un campo de estudio con un enfoque mucho más sociológico, tiene repercusión también en el ámbito del estudio propio de la psique. Más específicamente, pretendo hacer un enfoque psicoanalítico de la relación social, desde dos vertientes opuestas: las teorías de Freud y Adler.  
La relación social   
Las obras de Freud tienen un interés particular en el ámbito de las relaciones sociales, a pesar de que se le desvalorice acusándolo de tener una noción de reduccionismo en lo biológico y psicológico, pero Freud en realidad establece un fuerte vínculo ente las nociones de lo físico, lo psicológico y lo social.  De hecho, Freud, afirma que lo psíquico tiene un doble origen: lo físico, y lo social. En el extremo físico están las pulsiones, la energía  sin destino ni objeto prefijados que busca satisfacción  mediante la descarga de la tención que producen. La cultura va constituyendo el destino y objeto de descarga de éstas pulsiones, así como las normas que limitan la descarga de las mismas. Este proceso es el resultado de las transacciones realizadas por el Yo frente a los deseos del Ello y las restricciones  del Superyó.  (Izquierdo, 1996) Para esto,  Freud afirma que las relaciones del individuo con sus padres y hermanos, con la persona de objeto de su amor y con el médico, todas aquellas que hasta ahora han sido objeto de la investigación psicoanalítica, pueden aspirar a ser consideradas como fenómenos sociales, situándose en oposición a ciertos procesos denominados narcisistas, en los que la satisfacción de los instintos elude la influencia de otras personas o bien prescinde de éstas en absoluto.  (Freud, 1921) Así, tenemos que un factor importante en el desarrollo de la relación social del individuo es prescindir del comportamiento narcisista. Sin embargo, afirma que el impulso social no es primario, estas relaciones se dan bajo la influencia de una única persona o un pequeño número de éstas sobre el individuo, quien ha dado gran importancia a éstas personas. Lo importante aquí es esa influencia de las personas que le unen en ciertos lazos, pero que fuera de esto, pueden serle completamente ajenas desde otros puntos de vista. A pesar de que puede parecer que el pertenecer a un grupo social por determinada razón tenga que ver con instinto especial, este instinto no   es latente en otras situaciones. Por sí sólo en el alma humana, no despierta un instinto irreductible, su formación más bien se da en círculos más limitados, como la familia. Perteneciente a una masa o multitud, el individuo adquiere ciertos caracteres que son el lazo que une a las partes de un todo, el fundir en una unidad la masa. Estos caracteres, en comparación con los que podrían estructurar a una persona aislada, tienen la posibilidad de suprimir las adquisiciones individuales de cada uno de los miembros, dice Freud (1921) “Lo inconsciente social surge en primer término, y lo heterogéneo se funde en lo homogéneo. Diremos, pues, que la superestructura psíquica, tan diversamente desarrollada en cada individuo, queda destruida, apareciendo desnuda la uniforma base inconsciente, común a todos. De este modo, se formaría un carácter medio de los individuos constituidos en una  multitud. (…) El individuo que entra a formar parte de una multitud se sitúa en condiciones que le permiten suprimir las represiones de sus tendencias inconscientes”  El pertenecer a un grupo social hace que un individuo adquiera caracteres nuevos que no son más que exteriorizaciones del inconsciente individual, y la desaparición de un sentido de responsabilidad habla acerca de una pérdida de la angustia social. Dentro de un grupo social existe también un contagio social, los sentimientos actitudes son a tal punto contagiosos de modo que un individuo puede sacrificar su interés personal por el colectivo, actitud contraria a la naturaleza y que sólo se da dentro estando de una multitud. Esta actitud de contagio es efecto de la sugestibilidad, factor donde la actitud consciente del individuo desaparece, quedan abolidas ciertas facultades y pueden ser llevadas a un extremo grado de exaltación. Vemos entonces que otro factor importante en el desarrollo de una relación social, especialmente en una multitud o grupo, es la formación de un carácter donde se adquieren  actitudes que desintegran las represiones del inconsciente, dando paso a actitudes que pueden llegar a compararse con un estado de hipnosis.
Alfred Adler, discípulo y por un tiempo asociado de Freud, le da mucha más importancia a la relación social del individuo, pues sus postulados dentro de su teoría de psicología individual concibe que el interés social es piedra angular de la motivación humana. Según su teoría, las personas nacen con cuerpos débiles, inferiores, una condición que provoca inferioridad y dependencia. Por ello, el sentimiento de unidad con los demás es intrínseco a las personas y una condición primordial de la salud psicológica. En su teoría, desarrolla una noción teleológica, la cual concibe la existencia de objetivos en la vida psíquica. Contrario a la noción de Freud, la necesidad de afecto del niño se dirige a las otras personas, y la satisfacción depende de entonces del interés social. La necesidad afectiva se convierte entonces en clave de la educación y la cultura, el impulso del niño se debe satisfacer con provecho para la integración del niño en la sociedad humana. Para Adler entonces, la motivación humana está determinada por la relación social. La psicología individual de Adler concibe el término no como la psicología de un solo individuo, sino más bien de la relación de los individuos. Para la psicología individual, en base de la neurosis está el sentimiento de inferioridad, sobre compensado con el afán de superioridad o de notoriedad. Los sentimientos de inferioridad pueden ir acompañados con una minusvalía de órganos, tal y como las primeras teorías de Adler postulaban, pero esta idea fue desechada después, de modo que no es una condición necesaria ni suficiente. Adler opina que  persona con disposición neurótica posee hipersensibilidad percibir denigraciones reales o imaginarias, y a partir de esta inferioridad nace una distorsión de la vida emocional, y el neurótico ya no es capaz de relacionarse con los demás de manera natural y en modo de compensación, el individuo trata de alcanzar triunfos vacios engreídos o vanidosos, desembocando en avaricia, rencor, crueldad, etc. En este ámbito, podemos concebir que un factor determinante de las relaciones sociales es la tendencia a la disposición neurótica, y una mala compensación del sentimiento de inferioridad puede llevar a la neurosis y los comportamientos que generalmente dificultan estas relaciones. Para cuando la teoría de Adler estuvo en un punto más elaborado, dejó atrás todas las nociones de pulsiones y relaciones dinámicas del organismo para dar paso a una visión social del individuo, dando a entender que el ser humano no se puede entender por sí mismo, solamente en conjunto de sus relaciones con los demás y teniendo en mente en qué posición psicológica se encuentra dentro de la noción de inferioridad y cómo se da su respectiva compensación. El individuo sólo puede contemplarse en conjunto de una unidad mayor, la sociedad y la comunidad humana. Por decir que sólo e relación con los demás, el individuo se convierte en persona, y para entender lo que pasa con una persona, hay que entender las relaciones que tiene con otros. De este modo la conducta no se concibe como algo intrapsíquico si no como un aspecto de la vida de esta persona respecto a otras. Y en la concepción de Adler, la comunidad constituye un marcó ético para que el acto humano pueda valorarse. La comunidad establece normas en las que le individuo se basa, pero es el conjunto de individuos quienes forman y revisan este marco normativo.
Conclusión.
            Dentro de ambas teorías encontramos un importante punto en común: la influencia de otras personas en el individuo determinan de manera total (según Adler) o parcial (según Freud) la personalidad de éste. Para Freud, las relaciones sociales no conciben una necesidad primaria, si no que de hecho atentan contra la naturaleza del individuo al crear un carácter que corrompe todas las resistencias del inconsciente. Para Adler en cambio, la relación social es, más que un instinto primario, el determinante principal por el cual una persona compensará de manera buena o mala su sentimiento de inferioridad. El desarrollo de las relaciones sociales, en mi humilde opinión, es un serie de procesos determinantes y determinados, para y por la personalidad de un individuo, pues nunca existe la total y completa exclusión del ámbito social.
Bibliografía:
Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis del Yo. Obras completas. T. IX. Santiago Rueda. Buenos Aires. Recuperado de: http://so000260.ferozo.com/pdf/freud_masas.pdf

Herrera, M. (2000) LA RELACIÓN SOCIAL COMO CATEGORÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 90, pp. 37-77. España.

Izquierdo, M. (1996) El vinculo social: una lectura sociológica de Freud. Papers, 50. pp.165-207. España.
           
Oberst, U. (2004) LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL DE ALFRED ADLER Y LA PSICOSÍNTESIS DE OLIVÉR BRACHFELD. Revista de Neuro-Psiquiatría, 67- pp. 31 - 44. Perú.

Análisis: “Concepciones de la infancia: Freud, Piaget y Vigotsky” de J. Bruner


La lectura nos dice que una teoría de desarrollo humano construye los hechos que trata y los conceptos que maneja, dándoles una realidad social con la suficiente entidad como para crear en ellos una realidad  práctica, sin dejar de lado la intervención y la experimentación, tal como lo hicieron Freud, Piaget y Vygotsky. Debido a la naturaleza de la cultura humana, una teoría de desarrollo se vuelve prescriptiva y canónica. Pero una teoría del desarrollo humano no puede ser exclusivamente de la naturaleza, pues debido a la plasticidad del genoma humano no hay una forma única en la que el ser humano se desarrolle y que sea independiente de las oportunidades de realización que la cultura donde el humano nace y  crece, le otorgan. El punto crucial de la evolución se dio cuando la cultura se volvió un factor importante en la transmisión de instrucciones de adaptación. Cualquier teoría del desarrollo debe de ser obligadamente una teoría tanto natural como cultural.

En el análisis del contexto histórico del estudio de las teorías de la mente y el pensamiento humano, destacando las ideas de de Locke (replanteadas por Brinton) que puso un ideal del conocimiento donde predominaba la experiencia, argumentando que no había nada en la mente que no pasara antes por los sentidos; el conflicto de la Revelación y la Razón planteado por Gibson, donde el conocimiento es develado por la divinidad y sólo a quienes se han dedicado al sacerdocio, estas doctrinas crearon nuevas realidad y nuevas instituciones, como las universidades; y el concepto de Progreso planteado por Francis Bacon, de lo que el hombre puede indagar en la verdad y actuar sobe ella mediante su propia observación, bajo esta premisa el futuro está inevitablemente abierto al progreso. Todas estas teorías son susceptibles de investigación empírica. Su impacto se debe a la incorporación a la cultura como posibilidades, de tal modo que el mundo occidental cambió para poder producirlas. Si es posible que el hombre pueda aprender de la experiencia, entonces nuestra conducta estará organizada de tal modo que sea necesario aprender de la experiencia.

Para Freud, en primera instancia, enfatizaba su preocupación por el pasado y los medios por los cuales se puede liberar al hombre del mismo, de los abusos producidos en la vida familiar. Su misión era explicar la anatomía de lo irracional, para poder vencerla. Fue visto como un personaje liberador; tal y cómo el concebía la liberación, un análisis detallado del pasado con el analista, en una relación de transferencia que permitía que el pasado se proyectara en el presente, y así poder exorcizarlo. El médico, es el reformador, el agente de cambio.  Piaget, en cambio, enfatizaba su preocupación en el presente. Enfatizó el desarrollo en el esfuerzo por mantener el equilibrio entre la asimilación (la asimilación del mundo al pensamiento representativo tal y como es concebido hasta ese momento) y la acomodación (la acomodación al mundo por medio de cambios en el pensamiento que lo representen mejor). Todo es preparación (desequilibrio) y dicha preparación está basada en la educación de la experiencia y de la acción. Para Piaget, el problema fundamental es el mantenimiento del orden formal en el pensamiento en presencia de la influencia de la experiencia. Ahora con Vygotsky, cuyo interés radicaba en el futuro y en cómo el niño se apropia del badaje generativo para construir mundos posibles. Pensaba que se utilizan los instrumentos de la cultura para crear el presente y el futuro. La inteligencia consiste en la capacidad para comprender y utilizar los dispositivos intelectuales y lingüísticos. Su concepto más fundamental fue el de la Zona de Desarrollo Próximo, es decir, la capacidad diferencial del niño para captar y utilizar las señales e instrucciones de los más capacitados, generando en él una conciencia (qué es lo que hace) y una reflexión (reorganización del propio conocimiento), con la cultura como instrumento fundamental del desarrollo y transmitida a partir de esto. Implícitamente están las teorías del lenguaje, para lo cual, en Vygotsky resulta ser el instrumento fundamental en el proceso asisitido que resulta ser el desarrollo. Para Piaget, no está claro el papel que desempeña el lenguaje en el desarrollo, para él el niño se enfrenta sólo al mundo y su tarea es construir  una representación de éste. Para Piaget el proceso de desarrollo es un monólogo. Para Freud, el lenguaje juega un papel importante en la liberación al momento de la transferencia, pero no a  nivel de instrumento de desarrollo. El propósito de Freud fue clasificar todas aquellas afirmaciones cuya veracidad no pudiera ser comprobada analíticamente (las nociones sin sentido), éstas afirmaciones consideradas irracionales, para Piaget, tenían aún un significado importante en el estudio científico, mientras que Freid aún ponía de manifiesto lo científico frente a lo irracional. Vygotsky por su parte otorga a la conciencia un principio de espontaneidad cuyos medios eran el lenguaje y cómo nos relaciona con la cultura, así como cómo podíamos transmitirla.

Las teorías del desarrollo tienen la función de hacernos reflexionar acerca de las diferentes perspectivas, que tarde o temprano la ciencia intentará unificar. Las tres concepciones llevan a reflexionar acerca del ámbito de la educación: Para Piaget es importante la concepción de proporcionar al niño tareas acorde a su nivel de desarrollo, dándole la oportunidad de iniciar acciones sobre el mundo de tal forma que pueda asimilarlo, Para la Concepción de Vygotsky, la educación era una continuación del diálogo por el que se construye el mundo social, la continuación del proceso que crea la cultura, siempre concebida por un maestro.
Bibliografía: Bruner, J. (1984) Acción, pensamiento y lenguaje. Madrid: Alianza psicología.

Análisis “El estudio del desarrollo humano” de Juan Delval


Las acciones del  hombre, a diferencia de otros animales, no son automáticas, si no que están en su mayoría mediadas por la cultura y la interacción de ésta y su naturaleza. Criar a los niños es una de estas acciones, y las situaciones sociales hacen que cambie la concepción que se tiene de éstos (p.ej. cuando antes la natalidad era alta y vista muy normal, ahora se ve como un gasto que afecta la producción). En la edad media, según estudios de P. Ariès, los niños tenían una especie de anonimato hasta que se alcanzaba cierta edad, luego de eso, eran tratados como adultos, pero con sus notables diferencias fisiológicas. La educación dependía de la clase social, y en la clase alta los niños no estaban acostumbrados a ser criados por sus padres, a diferencia de la clase baja. 

Además, el objeto de equilibrio familiar era meramente económico. Hasta el s.XVII se comenzó a tener una especie de consideración hacia la infancia gracias a los cambios sociales. Hasta el s.XIX comenzaron a existir nociones  de abuso y explotación infantil. El estudio del desarrollo del niño es prácticamente reciente. Estos estudios comenzaron con base a observaciones como sujetos excepcionales, más tarde surgieron estudios biográficos especializados sistemáticamente en un niño, y más tarde aún, surgieron los estudios de tipo estadístico, recopilaciones de datos sobre aspectos de la conducta infantil.
Las primeras observaciones de los niños aparecen dispersas en autores griegos y latinos enfocados en la educación, en cómo debe de tratárseles para formar adultos de calidad. En el s. XVII aparece de nuevo la preocupación por la educación cuando Comenius defiende la idea de que la escuela debe variar en función de la edad en la que el sujeto aprende. 

Luego, Locke hace aportaciones importantes en la psicología empirista con el postulado y la tabula rasa. Más tarde, Rosseau, contribuyó con “Émile ou de l’éducation” a crear un movimiento de preocupación e interés por la infancia y la investigación sistemática del desarrollo infantil. Existe una diario sistemático escrito por Jean Héroard, donde refleja aspectos de la infancia en el s. XVII, así como también Pestalozzi y Richter escribieron diarios que no fueron publicados. El primer trabajo que contribuyó al progreso científico con base al desarrollo infantil fue el de Tiedemann en el s. XIX, pues proporciona información abordando los temas más importantes de la psicología actual.

Durante el s. XIX, Ernest Haeckel formula la ley biogenética con base en el darwinismo según la cual, el desarrollo del individuo reproduce el desarrollo de la especie; el estudio de los embriones y el estudio de los niños facilitarían la comprensión del individuo adulto y esto daba al estudio del niño un interés teórico renovado, con implicaciones profundas en la ciencia.

El trabajo publicado por Taine acerca de las observaciones en su hija del surgimiento del lenguaje hacen que Darwin publique observaciones biográficas acerca de sus hijos, y esto influyó a que autores como Pollock, Bernard Pérez (Les trois premiéres annéesde l’enfant) y Egger publiquen trabajos acerca del esarrollo del niño y, de manera inmersa, el desarrollo del lenguaje. La obra del partidario del evolucionismo William Preyer, El alma del niño, en la que anota todo progreso de su propio hijo hasta los tres años, se considera como el primer estudio científico sobre el desarrollo infantil y el inicio real del estudio de la psicología del niño.

En el caso de los trabajos de sujetos excepcionales, por ejemplo, está el trabajo de Cheselden en el cual enfoca a un joven paciente  al que curó de cataratas, y el interés de este trabajo radica en que el problema de la recuperación de la visión es algo que afecta a cómo concebimos la formación de conocimientos y cómo reconocemos objetos, causando polémica entre los filósofos innatistas.  Otro trabajo importante acerca de un ser excepcional es el de Daines Barrington quien documentó las observaciones que hizo de Mozart. El caso más famoso de un sujeto excepcional es el documentado por Jean Itard, ocupado del caso del Niño de Aveyron.

En cuanto a los estudios estadísticos, que podrían avalar que los niños estudiados puedan considerase “normales” a diferencia de los trabajos individuales que no nos dicen que su conducta se produzca en otros niños,  en 1870 la sociedad psicopedagógica de Berlín publica un trabajo  que estudiaba “los contenidos de las mentes infantiles al entrar en la escuela a la edad de seis años”, pudiendo considerarse el primer estudio estadístico publicado de psicología de la educación, pues según la sociedad era necesario saber qué conocimiento tenían los niños al entrar a la escuela con el fin de enseñarles eficazmente. En base a este estudio, Stanley Hall publica un trabajo llamado “Los contenidos de las mentes infantiles”, con problemas metodológicos ausentes en el trabajo de Berlín y con base a 200 niños de Boston. Hall hace énfasis en la distinción del conocimiento verbal y el conocimiento práctico.

En trabajos de finales del s. XIX destacan los del autor James Baldwin, partidario del evolucionismo que aplicó las ideas de Darwin al desarrollo psicológico del niño. Planeta fundamentalmente cómo un organismo adquiere nuevas conductas y se adapta al medio. Se presenta como el primer teórico dentro de la psicología evolutiva pues su interés se enfoca en el estudio del niño, par concentrarse en los procesos evolutivos y la construcción del psiquismo adulto. Sin embargo, Baldwin no disponía de los datos suficientes para esta vasta labor teorica.  Fue influyente en los trabajos de Piaget.
En los primeros años del s. XX se producen varios hechos que afectan a la psicología evolutiva:
·         El surgimiento del psicoanálisis creado por Freud, tuvo importantes influencias sobre todo el conjunto de la cultura y la concepción del hombre. Freud insistió en la importancia de las primeras experiencias del niño para el desarrollo de la personalidad del adulto.
·         La preocupación por la renovación educativa a fin de la realización con éxito de tareas educativas.
·         La introducción de test mentales , y la elaboración de un instrumento que permitiera conocer el nivel de cada niño para que pudiera seguir la enseñanza con éxito.

La crisis que sufrió la corriente introspectiva y atomista al hacer claras sus limitaciones produjo importantes cambios en la teoría psicológica, tal es el caso del surgimiento de la Gestalt y del conductismo como oposiciones a la corriente, de la cual el último tenía vocación para estudiar al niño pues los niños pequeños y los animales eran buenos sujetos para estudiar la conducta, y Watson (principal personaje del conductismo) se interesaba por la educación y pensaba que el conductismo era una concepción del mundo que nos ofrecería un mundo mejor.
Entre las dos guerras mundiales dominan dos tendencias contrapuestas en la psicología del desarrollo: Las investigaciones que deciden estudiar aspectos del desarrollo de manera cuidadosa y sin esclarecer sus posiciones teóricas (Gesell); y los que trataban de elaborar una acumulación de datos sin teoría.  Había también, autores que combinaban datos y teoría (Wallon, Werner, Vigotsky y Piaget).
Después del año 1956, se propició la construcción de modelos e los procesos internos en los sujetos y que reprueban la pretensión de que la psicología se reduce a la conducta observable.

Bibliografía
Delval, J. El desarrollo humano. Madrid: Ed. Siglo XXI. 1999. Cap. 2.   

Análisis "¿Qué es la infancia?" de Jean Chateú


La lectura nos hace saber que la noción empírica de “niño” ha cambiado con las épocas y varía por las culturas. Antes del s. XVII cuando se acuñó el término referido como “niño” o “bebé” hasta el s.XIX, limitando entonces la edad, la distinción se hacía más por el grado escolar. Las mismas clases escolares sirvieron para hacer la distinción de las edades. En muchos pueblos, la frontera de la adolescencia no estaba clara, cambiaba mucho según la cultura. Lo que se puede llamar pubertad en dichos pueblos es un acontecimiento social, y existen ceremonias que celebran el reconocimiento de una nueva situación: el inicio de la adolescencia. Vemos entonces que no se trata tanto del nuevo estado físico, sino del nuevo estado social, correspondiendo a un orden cultural. Pero a pesar de la diversidad cultural, la naturaleza biológica también puede variar respecto a un sujeto, tal es el caso del crecimiento físico en la adolescencia. En las primeras edades, crecimiento físico presenta cierta regularidad. Por eso es que es tan fácil guiarse del aspecto físico o el traje de vestir para identificar a un niño, aunque pueda ser engañoso. Cada época tiene su propia percepción de identificación del niño.

En un complejo de criterios biológicos y sociales, donde predominan más los últimos y están relacionados, la noción de la infancia es una estructura social de base biológica y física, con un carácter de independencia de la noción social conforme se avanza en edad. La noción de adolescencia va más allá de un carácter físico, por lo que pareciera que existe una infancia social y otra biológica.

El problema de la distinción entre los criterios de “niño” y “adulto” puede abordarse a través de los estereotipos de orden social que pueden modificarse conforme se transmiten en generación en generación. La noción de “niño” se adquiere con la experiencia, tanto del contacto con otros niños como el uso del lenguaje, y bajo la presión social la noción se estabiliza. Pero esta noción varía de acuerdo no sólo a la cultura si no a un nivel individual. La concepción que se tiene acerca de alguien que “ya es un hombre” difiere en una dualidad de factores fisiológicos y factores sociales.

El niño, considerado erróneamente como un “pequeño hombre”, es en realidad un ser que recibe caracteres sociales,  humanos, siendo que puede ser educado, ésta es la diferencia esencial entre el niño y la cría de cualquier otro animal. Puede usarse la expresión de “hombre pequeño” si tomamos en cuenta no los caracteres biológicos si no sociales, una metáfora del camino que debe recorrer para insertarse en sociedad.
Pero visto desde el punto de vista biológico, vemos que la noción de maduración biológica que proporciona una dinámica de factores dados, que llevan incluso los procesos psíquicos a otro nivel de los propiamente fisiológicos.
Desde tiempo atrás, se dice que la infancia sería el periodo donde el niño acumula conocimientos y conductas necesarios para el adulto, pero hay que decir, se exagera la duración de la infancia y además no está tan determinada por la estructura del organismo, influyendo por ejemplo, el factor de nutrición. La sociedad prolonga la infancia por encima de la madurez biológica.

Podemos decir también que el niño está de cierta manera domesticado, ya que es alguien que ha aprendido comportamientos para los cuales puede desempeñar un papel, realizar una función, a expensas de las intenciones del adulto, viéndolo más como una “prolongación” de sí mismo. No se debe confundir esta perspectiva y comprarla con la esclavitud, más bien, habría que decir que es un proceso de “socialización”.
Aunque la lectura menciona que el término socialización está mal expresado, ya que no se trata de un ser que haya sido asocial, si no un ser que cambia de estatus social, a pesar de que la instauración de la sociedad en la consciencia tome unos años, mientras tanto se da la sociabilidad de un modo “animal”. Así, es mejor emplear el término “humanización”. No ha de confundirse con “hominización”, el proceso evolutivo del desarrollo desde un contexto histórico, donde se presume también acerca de que los antepasados han hecho de la sociedad lo que es a través de ese espíritu que impulsa hacia adelante. Entre los procesos de hominización y humanización, ambos sugieren siempre emprender intencionalmente el cambio, conquistar, ir hacia adelante.

Desde el nacimiento, tenemos ya señalado el grupo social. La imitación será el modo en el que se comenzará la interacción, se desprende entonces, por ejemplo, el lenguaje y la vocalización en base a una lengua. Para la imitación se distingue un nivel de imitación que es propiamente humano: el deseo de superación, de ser como el adulto. Por esto decimos que el niño es un candidato a la vida adulta.

Lo complicado de explicar al hombre y al niño es precisamente que tienen por modelos a los mismos adultos, y sus acciones. No es fácil si tenemos en cuenta que cada modelo varía según la cultura. Un modelo puede ser sólo igualado, pero jamás superado, y si es rechazado es porque existe una contingencia que mueve ese sistema de referencia (puede ser incluso otro sistema de referencia), que implica su juicio y separación, la movilidad del sistema de referencia es significado de superación, un movimiento hacia adelante, que caracteriza la conciencia humana. No es posible entender la diversidad de reacciones de los individuos frente a diversos modelos si no se hace intervenir este elemento de movilidad. La humanidad se ve sumida en la animalidad, y necesita un “más allá”, un pensamiento dinámico, dar paso a una superación, que viene al humano de un factor específico que no es totalmente biológico.

Bibliografía
Chateau, J. (1972) ¿Qué es la infancia? En R. Zazzo y H. Gratior-Alphandéry. Tratado de psicología del niño. Tomo 1: Historia y generalidades. Cap. 2. Madrid: Morata.  

Análisis: "¿Qué es un niño?" de Jean Chateú


La lectura toma como objeto principal la dificultad del autor para responder a la pregunta ¿qué es un niño? El autor propone y descarta factores tales como la talla y la morfología para referirse al niño, comparándolo con el adulto. Propone que el verdadero problema de definir al niño, es definir la infancia. Nos dice que toma en cuenta la noción de que existen varias infancias, varios metabolismos y morfologías, y destacando al crecimiento como un aspecto fisiológico muy importante; un niño está en constante crecimiento, que se convertirá en hombre. Al abstenerse de explicar la definición de “hombre” para introducirla en la noción de “infancia”, el autor continúa su búsqueda al no encontrar una respuesta.

Habla  entonces del comportamiento, dando a entender que el comportamiento infantil difiere en el del adulto ya que no está sujeto al empleo del tiempo, por lo que puede ocuparlo en el juego, que destaca como un acto por excelencia de la infancia. Nos dice que la diferencia entre el juego infantil del “juego” animal reside en que el juego implica una iniciativa (por ejemplo: imitación) aunado a cierto “saber”, dígase de reglas o datos físicos. Pero, el saber del niño se limita a su propio ser y carece de sistematización de conocimientos (e islotes), además de que tiende a la constante contradicción. Estas respuestas tampoco resultan suficientes al no diferir demasiado con el comportamiento adulto, así que el autor propone verlo desde una perspectiva en la que se analiza la significación del “Yo” del niño. Éste es un ser capaz de esbozar un Yo a futuro, otorgándole el concepto de “ímpetu”, una fuerza capaz del progreso. Éste ímpetu está determinado por el modelo del adulto, y el constante deseo de ser adulto. Trata de hacer frente a las circunstancias del mayor, y el ímpetu se ve reducido a un impulso hacia el mayor.

Pero esto significaría no comprender cómo se ha logrado el progreso del hombre en sociedad, y se comenta entonces que el tomar como modelo al mayor es sólo porque no hay otro modelo. El niño es capaz de ser partícipe en actividades que los adultos, no. La infancia se define como la etapa en la cual se puede partir hacia diversos horizontes, el ímpetu primitivo que permite al hombre aventurarse a lo desconocido. “El niño es el ser que vive más allá de sí mismo” y la infancia resulta ser lo más preciado del hombre, en la menor medida que aún la conserve. Pero las circunstancias de la existencia pura, obligan al ser humano a abandonar la infancia para adherirse a la sociedad.    
  
Bibliografía
Chateu, J. (1996) "¿Qué es un niño?" En el prólogo de M. Debesse, Psicología del Niño. Desde el nacimiento hasta la adolescencia (pp.29-35) Buenos Aires: Editorial Nova.